¿Qué significa ser alimentado?

Si tienes hambre física, puede significar consumir una comida completa. Si tienes hambre de orientación, puede significar encontrar un mentor que te pueda guiar por el camino correcto. Si tienes hambre de marcar una diferencia, puede significar ver cómo tus esfuerzos mejoran la vida de los demás.

Los IBO de Amway, Jaimie y Renardo Edwards, conocen muy bien estos tres tipos de hambre; y, junto con sus hijas, Riley Aragon, y la IBO de Amway, Rezhia Edwards, encontraron una forma de saciar las tres a través de su fundación familiar, Infinite Wave Foundation.

«Al crecer como una joven en situación de riesgo y habiendo sido madre a una edad temprana, no tenía idea de qué hacer. No tenía ningún tipo de apoyo», dijo Jaimie. «Pero cuando realmente me metí en problemas, hubo personas que creyeron en mí. Y ese fue el primer paso para recibir la ayuda que necesitaba». La referencia de un mentor la llevó a un programa para jóvenes en situación de riesgo. Otra mentora le ayudó a obtener su certificado de equivalencia secundaria (GED). «Ella fue quien vio mucho potencial en mí», aseguró Jaimie. «Pasaron meses antes de que ella lograra derribar el muro que yo había construido a mi alrededor, pero lo logró. Realmente marcó una diferencia en mi vida».

«En un momento de nuestra vida fuimos jóvenes en situación de riesgo y queremos darles a los jóvenes que viven en esas circunstancias la oportunidad de tener éxito en la vida», explicó Renardo. La organización benéfica que fundaron con sus hijas hace dos años, hace justamente eso: se apoya en las propias experiencias de vida de Jaimie y Renardo para crear programas efectivos e interconectados que, en conjunto, abordan la inseguridad alimentaria, empoderan a los jóvenes y fomentan la resiliencia de la comunidad. Varios de los programas, como Cultivate Our Youth (Cultivar a nuestros jóvenes), Wellness Warriors (Guerreros del bienestar) y Farm to Families (De la granja a las familias), se basan en las experiencias de Renardo en la agricultura.

«Nací y crecí en Kingston, Jamaica, en una comunidad y una familia muy humildes», relató Renardo. Criado por su abuela junto con sus siete hermanos, sabía que tendría que ser recursivo para expandir sus oportunidades. Un día, le pidió $100 a su abuela, y ella se los dio. Con los $100, compró 20 gallinas. Poco después compró cinco cabras. Y así, durante años, crio y vendió gallinas y cabras para alimentar a la familia y pagar sus estudios. Finalmente, esos estudios le dieron la oportunidad de unirse al ejército de EUA, institución a la que sirvió durante 16 años.

«Estando en el ejército me sentía un poco perdido porque no tenía ninguna mentoría ni orientación», admitió Renardo. Mientras servía en la Marina de EUA, él y Jaimie estaban recién casados. En una visita a Canadá, vio una presentación de Amway y esto lo inspiró a convertirse en IBO cuando tenía poco más de 20 años. Construir el negocio juntos, a gran distancia de sus mentores, no fue fácil, pero las lecciones que aprendieron sobre perseverancia, liderazgo y crecimiento personal, se convirtieron en la base de cómo enfrentarían la vida y los ayudó a definir su propósito en los años venideros.

«Hizo que en mí despertara un gran impulso, una actitud de superación», confesó Renardo. A medida que siguieron creciendo como pareja y como empresarios, comenzaron a sentir el llamado a hacer algo más, algo que generara un cambio duradero. Se dieron cuenta de que, para crear un cambio real, había que comenzar desde la raíz: «Queríamos asesorar a los jóvenes», afirmó Renardo.

Con el paso de los años, Jaimie y Renardo construyeron juntos un negocio exitoso fuera de Amway. El negocio tuvo tanto éxito que comenzaron a conversar, como familia, sobre cómo aprovechar sus recursos, experiencias y habilidades para generar un mayor impacto. Sus conversaciones siempre llegaban a una conclusión en común: tenían la necesidad de llegar a aquellos que se sentían perdidos, sin apoyo o pasados por alto, en especial si se trataba de jóvenes. A partir de sus orígenes, de su amor compartido por el crecimiento y de la pasión de su familia por retribuir a los demás, ese deseo de servir a otros y crear oportunidades para que los jóvenes pudieran crecer se convirtió en la semilla de la Infinite Wave Foundation.

A medida que su visión se expandía, descubrieron cómo la agricultura podría ser una herramienta poderosa para cumplir su misión. Se dieron cuenta de que la agricultura estaba desapareciendo rápidamente en Canadá, y todos tuvieron una idea reveladora: crear un programa en el que se enseñara a los jóvenes a cultivar, y, al mismo tiempo, se les inculcaran habilidades comerciales y se les brindara mentoría y apoyo para avanzar en la vida. El programa no solo ayuda a los jóvenes a cultivar cosechas, sino también a tener confianza y propósito. Lo que comenzó como un grito de ayuda se convirtió en una misión para construir esperanza.

«Todos nuestros programas surgen de alguna experiencia vivida, ya sea propia o una que hayamos presenciado», aseguró Jaimie. «Todo lo que vemos que no está mal, pero que simplemente no les sucede a ciertas personas, queremos crearlo para ellas».

Por su parte, Rezhia apoyó la iniciativa desde el principio. Al respecto, contó lo siguiente: «En la escuela primaria, estuve en un programa agrícola durante un año y aprendí a cultivar mis propias verduras y a cuidar gallinas y cabras. Fue muy divertido y lo disfruté mucho». También le atrajo la idea de asesorar a otros. «La antigua mentora de mamá, quien que la ayudó a obtener su GED, me incluyó en un programa para ayudar a asesorar a personas que eran más jóvenes que yo. Comencé como voluntaria y luego me convertí en mentora durante los últimos dos años de la escuela secundaria. Realmente disfruté poder guiar a niños. La infancia es donde comienza todo».

Después de la secundaria, Rezhia asistió a una escuela de cine en Vancouver y se enamoró del trabajo con cámaras, la escritura y la dirección, habilidades que ahora usa como directora de medios digitales de Infinite Wave Foundation. Además, hizo que sus padres volvieran a Amway.

«Queríamos que Rezhia recibiera un poco de educación empresarial y decidimos pedirle que revisara información sobre Amway», explicó Renardo. «La expusimos a muchos tipos de negocios, pero, con Amway, casi de inmediato, nos dijo que quería construir el negocio. Yo le dije que me alegraba escucharlo. Y, luego, lo siguiente que hizo fue preguntarme si podía ayudarla. Le dije que por supuesto. Como padre, sé que lo mejor que puedo hacer es apoyarla en sus sueños. Por ello, hemos estado trabajando en nuestra organización benéfica y, al mismo tiempo, hemos estado construyendo nuestro negocio Amway. Tratamos de hacer ambas actividades en paralelo».

En este punto, el futuro se ve prometedor para ambos. La Infinite Wave Foundation sigue ampliando su alcance y hace poco el Gobierno canadiense le extendió una invitación para postularse a subvenciones que podrían ayudar a lanzar nuevos programas en comunidades de todo el país. Asegurar la financiación inicial serviría como plataforma de lanzamiento para crear un ecosistema sostenible, uno que conecte el empoderamiento de los jóvenes, la agricultura, la educación empresarial y el desarrollo comunitario. A medida que la familia Edwards hace crecer su negocio Amway, sus integrantes siguen inspirados por la creencia de que el éxito no se trata del reconocimiento, sino de usar lo que han aprendido para ayudar a más personas que aún no ven el potencial que tienen.

Aun así, el indicador más claro del éxito, para todos ellos, no es el dinero: es ver el impacto de sus esfuerzos. Jaimie confesó lo siguiente: «Cada vez que impulsamos el programa Meals Movement, en el que salimos y alimentamos a personas sin hogar, termino llorando, porque escuchas historias y hablas con la gente, y te das cuenta de que son personas increíbles en circunstancias no muy buenas».

«Fuimos a alimentarlos durante el invierno», agregó Renardo. «Estaba lloviendo y hacía mucho frío. Nos deteníamos, y nos preguntaban por qué estábamos allí. Yo les decía que estábamos allí para alimentarlos. Nos comentaban que nadie venía en invierno. En ese momento sentí que realmente estábamos generando un impacto».