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Rochelle Kimbrell

Rochelle Kimbrell vistiendo uniforme militar, sonriendo frente a un cielo azul brillante.
Rochelle Kimbrell vistiendo uniforme militar, sonriendo frente a un cielo azul brillante.
Rochelle Kimbrell vistiendo uniforme militar, sonriendo frente a un cielo azul brillante.

Rochelle Kimbrell

El cielo es el límite

Cuando estaba en el jardín infantil, Rochelle Kimbrell quería ser astronauta. «Siempre me ha fascinado la falta de gravedad y desafiarla, así como la velocidad», contó. Luego, en tercer grado, descubrió una triste verdad: no todos los astronautas van al espacio. «Pensé que no querría pasar todo ese tiempo entrenando y que no me eligieran para ir» explicó. «Así que empecé a buscar la siguiente mejor opción».

Resultó que la siguiente mejor opción se podía encontrar a solo una hora en coche de donde vivía la familia de Rochelle en Parker, Colorado. En cuarto grado, escuchó como los cadetes de la Academia de la Fuerza Aérea cercana hablaban sobre sus experiencias y se inspiró a hacer que su sueño evolucionara. En lugar de convertirse en astronauta, quiso ser piloto de combate.

De alguna manera, tenía mucho sentido: Rochelle era la hija menor de inmigrantes sudamericanos cuyos valores incluían la educación, la confianza en uno mismo y el apoyo hacia los sueños y las metas de sus hijos, sin importar cuáles fueran. Y Rochelle estaba acostumbrada a ser diferente ya que creció en un lugar donde generalmente era la única niña de color en el salón de clases y en el patio de juegos.

Sin embargo, en otros aspectos, su sueño no tenía sentido alguno. Muchas veces le decían que las mujeres no tenían permitido volar aviones de caza y que el ejército de Estados Unidos todavía tenía restricciones para las mujeres en roles de combate. pero en el caso de Rochelle, eso solo alimentaba su sueño. «Si me dicen que no, solo logran que el desafío sea más atractivo», señaló. «Concluí: ‘Eso cambiará o lo cambiaré’».

A los 14 comenzó a volar. A los 17 obtuvo su licencia de piloto. Cuando terminó la escuela secundaria, se unió a la Fuerza Aérea, y recuerda claramente la primera vez que se subió en solitario a un F-16: «Tenía 23 o 24 años. Pensaba: ‘¿Qué? ¿Me están confiando un avión de $30 millones?’ Fue increíble. Ese era mi sueño: despegar y volar». En el 2000, se convirtió en la primera mujer de color en desempeñarse como piloto de combate en el ejército de Estados Unidos. Sin embargo, su carrera resultó no ser nada parecida a una línea recta.

«Definitivamente tuve obstáculos» señaló. «Había personas que pensaban que yo no debía estar ahí». Sus habilidades y su ética de trabajo cambiaron los corazones y las mentes, pero cada tres años, cambiaba de estación, como todo piloto de combate, y necesitaba demostrar su valía nuevamente. «Cuando llegué a mi primer escuadrón, no había un lugar para cambiarme, no tenían ningún equipo adecuado para mí. No había mucho espacio para tener hijos. Simplemente no habían pensado en muchas cosas». Para ella, todo apunta a la planificación que debe llevarse a cabo para apoyar una verdadera inclusión.

Rochelle Kimbrell con una blusa amarilla posando frente a un paisaje de montaña.

«

Hay todo tipo de personas y valores diferentes. Podemos trabajar juntos para lograr cosas increíbles y fenomenales.

Rochelle Kimbrell

Rochelle Kimbrell con una blusa amarilla posando frente a un paisaje de montaña.

«

Hay todo tipo de personas y valores diferentes. Podemos trabajar juntos para lograr cosas increíbles y fenomenales.

Rochelle Kimbrell

Rochelle Kimbrell con una blusa amarilla posando frente a un paisaje de montaña.

«

Hay todo tipo de personas y valores diferentes. Podemos trabajar juntos para lograr cosas increíbles y fenomenales.

Rochelle Kimbrell

«Una mayor inclusión es un cambio que me encantaría ver», manifestó. Para Rochelle, eso significa preguntar con anticipación: ¿Cómo es presentarse por primera vez en un espacio y sentirse bienvenido? «Si les damos eso a las personas, ¿cuánto más van a trabajar al 100 %? Creo que es un mensaje importante».

El sueño de una inclusión completa, en la que se reúnen diferentes personas y valores para lograr cosas increíbles, es uno que Rochelle puede seguir con su equipo de Amway. «En Amway te encuentras con personas que están realmente entusiasmadas por soñar y que valoran a los demás, valoran la visión y superar los obstáculos».

Rochelle se retiró de la Fuerza Aérea en el 2020. Actualmente, es piloto de orientación y piloto de misión de servicios de emergencia en la Patrulla Civil Aérea. Además, trabaja como oradora motivacional con su plataforma «Dare to Dream». «Siempre me ha encantado volar», contó. «Volar me hace sentir en libertad y es mi lugar feliz, por lo que quiero presentárselo a tantas personas como pueda».

Su experiencia trabajando con niños de 13 a 18 años en la Patrulla Civil Aérea la llevó a ser oradora motivacional. «Algunas personas tienen que ver para creer», señaló. «Me di cuenta de que la mayoría de las personas no entiende las posibilidades de lo que pueden hacer hasta que ven a alguien como ellas haciéndolo». Su deseo de ser una señal de esperanza e inspiración para los jóvenes le permitió llegar a grupos fuera de la Patrulla Civil Aérea y no solo contar su historia a los jóvenes, sino también a otro público, como empresas e industrias.

Cuando le preguntamos qué espera que tomen las personas de su historia, nos dijo: «Espero que se atrevan a soñar y que no acepten un ‘no’ como respuesta. Siempre hay una forma de hacerlo. Me gustaría que más personas se aventuraran a seguir adelante».