Romper el ciclo 

Si ves todo lo que Gerald (Jerry) Smith ha logrado en sus 80 años, nunca imaginarías la cantidad de obstáculos en su camino. Jerry creció en las décadas de los 40 y 50 en un vecindario del sur de Chicago, donde vivió plenamente la tensión racial. Pero el racismo no fue la única dificultad que tuvo que enfrentar. Su familia adoptiva no estaba interesada en ayudarlo a fijar o alcanzar sus sueños. Sus profesores también lo decepcionaron, ya que reforzaban el estereotipo de que el color de piel de Jerry limitaría su futuro.

Jerry era solo un adolescente y casi dejó que estas situaciones lo definieran. «Estoy convencido de que hubo algún tipo de intervención divina, una voz que me dijo que ese no era mi destino. Así que fui a la escuela nocturna y a la escuela de verano. Me di a mí mismo una segunda oportunidad». El propósito de Jerry era claro: demostrar su valor, no a los demás, sino a sí mismo.

Cuando terminó la escuela secundaria, Jerry se unió al Ejército y fue a la guerra de Vietnam. Sufrió una lesión mientras era inspector de artillería, por la que debió haber obtenido un Corazón Púrpura. Una vez más, el mundo intentó convencerlo de que el color de su piel –en vez de su conducta– definía cómo debían tratarlo. «Me dijeron que no daban Corazones Púrpuras a los negros».

Cuando regresó a su casa luego de la guerra, podría haberse dado por vencido. Podría haberse rendido, pero la vida tenía otros planes. Jerry tuvo un hijo y sabía que necesitaba encontrar una manera de mantener a su familia creciente. Respondió a un anuncio en el periódico para un puesto en la estación de policía del condado de Cook y trabajó allí por tres décadas.

Al principio, Jerry no estaba tan entusiasmado por el puesto: «Lo consideré una oportunidad para desempeñarme lo mejor posible y generar ingresos para poder mantener a mi familia». Pero luego, descubrió su pasión y su vocación. Fue ascendiendo de rango, hasta que se convirtió en un detective de casos de violencia doméstica y abuso infantil. Mientras trabajó en ese puesto, usó las experiencias vividas durante su infancia en un hogar adoptivo abusivo, lo que le dio la capacidad de relacionarse con las víctimas a la vez que buscaba justicia. También trabajó como negociador de situaciones con rehenes, función en la que puso en práctica su amor por hablar con las personas y su capacidad de conectarse con otros para ayudar a disipar situaciones peligrosas.

Sus compañeros ya comenzaban a pensar en la jubilación, pero Jerry todavía tenía más que mostrar al mundo: se graduó de Capella University con un doctorado en liderazgo y gestión educacional a los 77 años.

Casi en la misma época, comenzó su negocio Amway. Le atrajo el éxito que su hijo tenía como IBO en Amway. Pero no solo le atraía la posibilidad de tener éxito comercial. Jerry y su hijo, Jerry Jr., no siempre tuvieron una buena relación. Unirse a la línea descendente de su hijo cambió eso. «Estar juntos en el negocio fue como ponernos la misma camiseta. Nos llevamos 40 años de diferencia, una generación completa. Pero hacer negocios juntos nos hizo actuar como un equipo».

Es posible que el impacto de Jerry en este mundo sea más evidente en su trabajo como oficial y en las vidas de las familias y los niños a los que protegió. Sin embargo, si deseas comprender realmente la capacidad de Jerry de ser creador de cambio, debes hablar con quienes estuvieron más cercanos a él. Jerry Jr. reflexionó con emoción acerca del contraste entre la crianza de su padre y la suya: «Él cambió completamente la forma en la que creció y vivió, durante su generación. Rompió el ciclo».